GARMIN BARCELONA TRIATHLON 2013

GARMIN BARCELONA TRIATHLON

El pasado 6 de octubre disputé mi último triatlón de la temporada: el Garmin Barcelona Triathlon en distancia Sprint. Esta era la primera vez que disputaba este triatlón, ya un referente en lo que es el mundo del triatlón por la cantidad de gente que participa (con distancias olímpicas, sprint, súper sprint, relevos), porque suele tener un cartel de “pros” bastante impresionante, porque suele ser el “bautismo” de muchos debutantes y por su altísimo (y abusivo) precio. De hecho este último ingrediente siempre me ha frenado para participar en esta carrera: una semana antes se disputa el de Gavà (también con Olímpica y Sprint) y te puede salir por una tercera parte que lo que cuesta inscribirse para la Garmin. Yo en mi caso la corrí porque conseguí una invitación gracias a la mujer de un amigo que trabaja en Garmin, aunque en distancia sprint (justo una semana antes hice el Olímpico de Gavà y AndreuLópez, mi entrenador on line de www.mybestchallenge.com, me desaconsejó hacer dos olímpicos seguidos).

Ya el viernes fui a buscar el dorsal y la bolsa del corredor a la feria del triatleta junto con mis dos hijos pequeños (Clara y Joan). Allí ya se veía el nivel de la prueba por el número de stands y la cantidad y calidad de marcas allí presentes más allá de Garmin. Fantástica organización con cero colas y rápidamente recojo dorsal, camiseta, bolsa, regalos varios y un par de Powerades que mis hijos me piden ilusionados. Aquí ya me empieza a entrar el “gusanillo” por la cantidad de gente que veo y por el “ambiente tri” que se respira en el pabellón de la Mar Bella.

El domingo día de carrera y, al contrario que lo que me suele suceder en anteriores triatlones, no me toca pegarme un súper madrugón. Me levanto “tarde” (8:30), desayuno, doy de desayunar a mis hijos, los visto, me visto y preparo todo con calma para la carrera repasando no dejarme nada (después del desastre de Palamós…). Se levanta Mercè y me voy de casa a las 10:15-10:30 de la mañana tras hablar con ella para que me vengan a ver a disputar la carrera dado que es muy cerca de casa y hace buen día.

Llego rápidamente a Barcelona y aparco en el parking que hay entre la Torre Mapfre y el Hotel Arts y me doy nuevamente cuenta de mi empanada monumental en las triatlones: me he dejado la cartera en casa, estoy sin dinero y sin documentación. Cojo mi bici y me voy hacia la zona de boxes y veo pasar muchos triatletas que están corriendo la carrera de la distancia olímpica. Paso por la zona de meta y veo a Mario Mola (que ganó la carrera y este año ha sido 3º en el campeonato del mundo de triatlón), Cesc Godoy (3º de esta Garmin) y a Ainhoa Murúa (campeona de España y 3ª en féminas de la Garmin). Los tres están ahí charlando tranquilamente con otros triatletas populares: es lo que me flipa del triatlón, un popular puede llegar a participar en una carrera en la que corren los mejores del mundo, es como jugar un partido con Messi, Cristiano Ronaldo o Iniesta, brutal. Después de ello llego a boxes, dejo mi bici, charlo con el personal que hay por ahí y me preparo todo para las transiciones. Otra de mis empanadas: ¡me he dejado la toalla para los pies! Lo de la toalla no lo tenía apuntado en mi lista y por eso me la he dejado. El problema de no tenerla es que la zona de transición es de césped artificial con unas piedrecitas negras que se pegan a los pies y cuesta sacarlas, con lo que decido dejar mi camiseta como toalla (que luego no me serviría de mucho). Voy a la playa y tengo más 45 minutos hasta mi salida. En este triatlón he decidido no usar neopreno, dado el tiempo que me hace perder en las transiciones y que la experiencia me dice que en una distancia tan corta no me aporta ninguna ganancia de tiempo (tardo lo mismo), además el agua la semana anterior en Gavà estaba caliente. El mar (a diferencia de las olas salvajes del viernes tarde) está en calma, casi una piscina, si a eso le unimos sol y una temperatura agradable (22-23º), es el día perfecto para disputar un triatlón. En la playa hay mucha gente, algunos calentando en el agua, otras sentados charlando en la arena con el neopreno a medio meter. Charlo con unos del club del Prat Triatló para enterarme de las ventajas de ser socio: casi ninguna al menos para mí. Al cabo de un rato decido nadar un poco para “activarme” y me doy cuenta de que he acertado renunciando al neopreno: el agua esta calentita. 
Una hora antes de mi salida en la zona de boxes


Soy el que agacha la cabeza en la parte inferior derecha de la imagen


Finalmente dan la primera salida del sprint masculino, y al cabo de 10 minutos toca la mía (gorro verde). Me coloco en 2ª línea hacia la derecha. Dan la salida y… golpes por todos lados. Voy nadando entre una marea descomunal de cuerpos humanos, menos mal que me había colocado las gafas debajo del gorro de natación. Afortunadamente voy nadando bastante recto dirección de la primera boya, intento no agobiarme y respirar cada tres brazadas. Al llegar a la primera boya sigo recibiendo golpes por todas partes, mi preocupación es no recibir una patada en toda la cara.  Me dirijo a la segunda boya, giro y enfilo la playa ahora con más espacio para nadar, mejor, más tranquilo. Salgo del agua: 16 minutos (como en Palamós o Mataró, estoy abonado a este tiempo en los 750 metros del sprint). Estoy bien, ni mareado ni nada. Me dirijo a la zona de transición donde llego rápidamente y donde me vuelvo a maldecir por haberme dejado la toalla: las dichosas piedrecitas no hay manera de sacarlas. Menos mal que otro triatleta me deja la suya y me puedo poner calcetines y zapatillas sin casi piedrecitas enganchadas. Cojo mi bici y hacia la salida (2 minutos 50 segundos en la T1). 


Me subo a la bici con la intención de encontrar un buen grupo donde pillar rueda e ir a velocidades cósmicas: no hay manera. El circuito es plano pero tiene un montón de giros de 90 y 180 º, con la consecuente peligrosidad y facilitando que los grupos se rompan. Hacia el final de la primera de las dos vueltas consigo formar ya parte de un grupete y alcanzamos buenas velocidades. Es en este punto donde tengo mi gran alegría del día: Mercè (mi mujer) está a pie de circuito animando, la veo y ella me ve (¡qué ilusión!). Voy tercero en el grupo y estoy fuerte, al pobre que va primero nadie le ha dado un solo relevo, así que se lo comento al que va segundo y él me dice que él no puede, así que en plan chulo me pongo a dar relevo al primero y a tirar del grupo: error. En ese momento justo pasamos por la zona de boxes donde se están incorporando muchos ciclistas que no saben circular y no van por la derecha dejando paso a los más rápidos. Tengo que esquivar a muchas mountain bikes, muchas mujeres (los de Garmin deberían explicar cómo se debe circular en bicicleta en un triatlón a los novat@s) y como consecuencia pierdo a mi grupo (ellos han tenido más tiempo para reaccionar). Maldigo mi mala pata e intento lanzarme en su persecución. Veo que mi anterior grupo se aleja cada vez más, así que no me queda más remedio que seguir por mi cuenta. Cuando me quedan 3-4 kilómetros a lo sumo, me pasa otro grupo rápido al que con esfuerzo me uno, hasta que… en un ligero repecho cambio de marcha y se me sale la cadena. Me paro a un lado y sin pesármelo dos veces doy la vuelta a la bici y vuelvo a enganchar la cadena al plato. Una maniobra que debió de durar menos de un minuto, pero que supuso la consecuente pérdida de mi grupo de nuevo. Llego a boxes y hago una rápida transición, 1 minuto y medio. Empieza mi tercera parte de este triatlón (vídeos: entrada a boxes en el minuto 1 del vídeo, salida a correr a los 30 segundos, dorsal 4591).


Salgo a correr y noto mis piernas muy bien, así que imprimo un ritmo alegre consciente de que “sólo” me quedan 5 kilómetros por delante. Empiezo a adelantar triatletas. Rápidamente llegamos a uno de los dos avituallamientos de la carrera a pie y en esas me pasa un triatleta alto y rapado al cero. Me engancho a él, va a un buen ritmo que puedo mantener. En esas que veo a Mercè animándome desde lo alto del paseo, es una alegría y un estímulo tener una animadora tan especial, es la primera vez que alguien me anima en una competición. Sigo a Erni (llevaba gravado el nombre en el mono de triatlón), mi liebre particular, detrás de él todo el rato. No dejamos de adelantar triatletas y nadie, absolutamente nadie, nos adelanta. Esta es la diferencia con otras triatlones, aquí hay muuucho debutante y novatillo, con menos preparación, en otros triatlones se me hace complicado adelantar a otros competidores, pero aquí me siento el “crack” del running (je, je, alguna ventaja debía tener la Garmin). Así seguimos Erni-Hugo, Hugo-Erni todo el rato (en algún momento le adelanto, pero corremos a la par). Ninguno de los dos cogemos bebida en el segundo avituallamiento y ya enfilamos los últimos 2 kms a meta. A falta de 300 metros Mercè me vuelve a animar nuevamente (estímulo para el sprint final). A unos 50 metros de la meta Erni imprime un cambio de ritmo que no puedo seguir (él debe medir más 1,90 y tiene una zancada MUY grande). Veo el reloj y me reafirma lo que ya intuía desde hacía mucho rato: que a pesar de mis percances en la bici, iba a mejorar en mucho mi mejor marca personal en triatlón sprint: 4 minutos menos que en Mataró este año (que supuso una rebaja de 2 minutos respecto a 2012): 1 hora 20 minutos y 39 segundos, 23 minutos en los 5 kms finales. Levanto los brazos y señalo al cielo dedicándoselo de nuevo a mi padre, esta vez no me emociono tanto como en Gavà (vídeo de llegada a meta, aparezco a los 46 segundos, dorsal 4591). Hago un gesto con los puños cerrados por la satisfacción de haberme superado a mí mismo de nuevo y recojo mi medalla de finisher (en esto es de lo poco que diferencia  a la Garmin de otros triatlones que cuestan la tercera parte).

Cojo un plátano y una barrita, me dirijo a saludar y felicitar a mi “socio” Erni (él no era consciente de que hemos ido juntos todo el rato). Luego foto para la posteridad (que hay que pagar si la quieres sin marca de agua: ¡20 € por una foto!) y salgo de la zona de llegada para encontrarme con Mercè, mi compañera de vida. Fotos, recogida de bici en boxes y fantástica comida en un chiringuito de la playa con Mercè como premio de final de temporada de triatlón.
Con este ha sido ya mi quinto triatlón, el cuarto de la temporada y me ha quedado muy claro que mi distancia preferida es la olímpica. De cara a la temporada que viene me quiero federar para poder salir en otros grupos y poder mejorar en el tramo de bici yendo en grupo, si repito en sprints quiero bajar ampliamente de la hora y veinte minutos. Ahora afrontamos el invierno con objetivos centrados en el running, intentando no dejar de lado del todo la bici y la natación. Mi próximo reto la Behobia en noviembre (lo que equivaldría a mi tercera media maratón del año) y con un reto grande para inicios de 2014: correr la Maratón de Barcelona. Ya veremos…



Salud y kilómetros

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